martes, 6 de septiembre de 2011
De cara al invierno
Ya estamos de vuelta de las vacaciones,relajados y con buenos propósitos de cara al invierno, así que vamos a daros unos cuantos puntos a tener en cuenta en lo que a nuestras viviendas se refiere.
Los propietarios tienen la obligación legal de mantener y conservar su edificio. Y no basta con pasar la Inspección Técnica de Edificios (ITE) y olvidarse hasta que llegue la fecha de la siguiente inspección para aprovechar y poner a punto el inmueble.
Los edificios están expuestos a los efectos del clima y otros agentes exteriores que pueden provocar grietas, problemas estructurales, humedades…. si no están en buen estado.
Pero la cultura del mantenimiento preventivo sólo cala a golpe de normativa, caso de la ITE, así que los propietarios, deberían de llevar a cabo un plan de mantenimiento preventivo que permita garantizar la vida útil estimada para la edificación.
No hay que bajar la guardia ya que con el paso del tiempo los daños serán mayores y su solución será más costosa.
Antes de la llegada de las lluvias, el viento y las heladas, que tienen alto poder destructivo para cubiertas, fachadas, elementos estructurales y redes de saneamiento, agua y calefacción, debería realizarse una revisión y una puesta a punto de estos elementos, por una empresa especializada.
Cubiertas
La cubierta es la pieza del edificio que más sufre los efectos de las humedades y filtraciones de agua, por lo que no sólo se debe de limpiar periódicamente esta parte del edificio, si no que hay que comprobar la existencia de fisuras y su correcta estanqueidad, roturas o desplazamiento de tejas, roturas o atascamientos de los canalones y bajantes…. Esta parte del edificio, debería revisarse al menos anualmente para evitar problemas con la llegada del invierno.
Fachadas y elementos estructurales
Y lo mismo pasa con las fachadas y cerramientos, cuyo principal enemigo vuelve a ser la humedad y las lluvias. Los propietarios deben vigilar la aparición de manchas de humedad y desprendimientos de pintura en el arranque de los muros por el interior del edificio.
Y también, la aparición de filtraciones en puntos muy localizados (que puedan ocasionar la rotura de instalaciones), oxidación de elementos, grietas en la base de los muros, etcétera. Las revisiones pasan por comprobar los sumideros de las terrazas y balconadas al menos cada seis meses y a los cinco años las suciedades y manchas, sobre todo en carpinterías, balcones, terrazas, molduras y cornisas.
Hay que prestar atención a la impermeabilización de zócalos cada 10 o 15 años y al estado de las pinturas. Eso sin olvidar la limpieza periódica de todos los elementos de la fachada.
Los síntomas son grietas, fisuras y hundimientos, oxidación de los materiales o desprendimiento de pinturas en pilares y vigas metálicas. Estos defectos deben ser reparados lo antes posible, dado que ponen en peligro la estabilidad del inmueble.
A modo preventivo, hay que revisar los muros de carga cada dos años y los forjados, pilares y vigas cada cinco.
Visto lo visto, deberíamos de ponernos las pilas para llevar a cabo revisiones periódicas para que nuestros edificios gocen de buena salud.
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